En los últimos años, los cigarrillos electrónicos o vapers han ganado popularidad como una alternativa aparentemente más segura al consumo de tabaco tradicional. De multitud de colores, sabores, con o sin nicotina, estos dispositivos han irrumpido con gran fuerza en el mercado, pero en particular entre la población más joven.
Aunque se publicite como una alternativa menos dañina al tabaco, la realidad es que el vapeo no está exento de problemas para la salud bucodental. En este artículo, profundizaremos en cómo el hábito de vapear puede impactar en la salud oral, ofreciendo una visión global de los posibles efectos secundarios y consideraciones al emplear los cigarrillos electrónicos.
Si tienes personas a tu alrededor que emplean estos dispositivos electrónicos, quizá les hayas escuchado decir la frase: "yo no fumo, yo vapeo". Y es que una de las diferencias entre los cigarrillos y los vapers radica en que ambos se emplean para inhalar y exhalar, pero el primero de ellos lo hace con humo, y el segundo, con vapor.
Los fumadores inhalan y exhalan el humo que genera la combustión producida al quemar el cigarrillo. Durante esta combustión, se originan más de 4.000 productos tóxicos diferentes. Entre ellos, destacan por su especial peligrosidad y por las enfermedades a que pueden asociarse, los siguientes:
En contraste, quienes usan vapers inhalan y exhalan un aerosol generado por la evaporación de un compuesto líquido o e-líquid. Su atractivo radica en la amplia gama de sabores disponibles, desde frutas como la sandía, las fresas, el melón y el mango, hasta postres como tartas, galletas y chocolate, e incluso el sabor del tabaco.
Los ingredientes más comunes empleados en estos "e-líquidos" son:
Si bien es cierto que el vapeo elimina muchos de los productos químicos dañinos presentes en el tabaco convencional, la nicotina sigue estando presente en la mayoría de los líquidos para vaporizar. Además de ser adictiva, esta puede restringir los vasos sanguíneos, afectando al flujo sanguíneo de las encías y contribuyendo a la aparición de enfermedades periodontales.
A pesar de su agradable sabor, los compuestos de los "e-líquidos" también pueden irritar las encías y la boca, aumentando el riesgo de inflamación y sensibilidad dental. Por otro lado, el vapor caliente que emana de su uso puede secar la boca, lo que disminuye la producción de saliva y, consecuentemente, aumenta el riesgo de caries.
Por último, como ya hemos apuntado, todos los líquidos para vapear comparten dos disolventes: el propilenglicol y la glicerina. Si bien son compuestos considerados seguros cuando son empleados en productos alimenticios, no hay estudios que indiquen que estos continúen siendo inocuos cuando se vaporizan. Algunas investigaciones indican que, al calentarse, emiten acroleína, un irritante tóxico para los pulmones, y formaldehído, óxido de propileno y glicidol; carcinógenos.
Sin duda, es difícil conocer los efectos del váper a largo plazo dada su reciente comercialización y la falta de estudios independientes al respecto, pero en España, la comunidad médica es unánime: el váper no se recomienda como método para dejar de fumar, ya que consigue el efecto contrario. Habitualmente, las personas que empiezan a utilizar estos dispositivos para dejar de fumar pasan a ser fumadores duales, combinando el uso de los cigarrillos electrónicos con los convencionales.